Al reflexionar acerca de nuestra recién pasada campaña anual es inevitable pensar en un primer momento en todos aquellos que han contribuido a que un año más sea posible. Estas palabras no responden a un mero formalismo, pues no es poco el trabajo que se esconde detrás de unos actos que pueden parecer sencillos. De ahí que al finalizar cada campaña siempre nos asombremos de cómo unos cuantos voluntarios con un calendario muy apretado hemos conseguido unos resultados –en cuanto a participación y recaudación- nada desdeñables si tenemos en cuenta la reducida escala a la que nos movemos. Esto en ningún caso habría sido posible sin ese amplio conjunto de instituciones, comercios, asociaciones y particulares que nos apoyan y ayudan año tras año.
La campaña de 2011 –la LII de Manos de Unidas- comenzó el viernes 11 con la ya tradicional Cena del Hambre, celebrada en el colegio de Nuestra Señora del Carmen. Durante este acto buscamos reflexionar acerca de la situación de aquellas personas que, en cualquier parte del mundo, no tienen ni siquiera lo necesario para su alimentación. Nos privamos de una cena suntuosa, pero no pasamos hambre: el pan que compartimos es mucho más de lo que otros tienen. A la vez, ofrecemos un donativo, un símbolo de lo que nos habríamos gastado en la cena de ese día que irá destinado al proyecto de desarrollo en el que colaboramos este año: un sistema de captación de agua potable para la amazonia ecuatoriana.
El sábado siguiente (12 de febrero), como venimos haciendo desde hace más de una década, organizamos el mercadillo solidario en la avenida de la Rambla. Esta vez, a diferencia de lo que sucedió el año pasado, el tiempo fue benevolente con nosotros y a media mañana la avenida estaba llena de gente que se había acercado para acompañarnos y hacer su pequeña aportación. Como novedad, contamos con el seguimiento radiofónico del evento, así como con la colaboración de las Reinas y Damas de fiestas y de algunos alumnos del conservatorio de música Vila de Sant Joan. En Manos Unidas hemos buscado siempre la participación de todos aquellos colectivos, asociaciones o personas particulares que se sientan comprometidos con nuestra lucha a favor de un mundo más justo. Nos alegra, por ello, ver que cada año recibimos más apoyo y reconocimiento, tanto a nivel local como nacional.
Imagen obtenida de:
http://www.elraspeig.com/costa/noticia_manos_unidas_agradecio_gran_participacion_26518.html
Por último, el domingo 13 se celebró la Jornada Nacional de Manos Unidas con la eucaristía y la posterior lectura del manifiesto en la plaza de España.
A pesar de las dificultades de estos meses, en los que hemos ido dedicando cada vez más tiempo a preparar la campaña, los actos de este fin de semana transcurrieron incluso mejor de lo esperado. A través de las distintas actividades hemos recaudado más de 5000 euros, lo cual es motivo de alegría, sobre todo si tenemos en cuenta nuestros escasos medios y la pequeña escala a la que nos movemos. No obstante, no podemos felicitarnos sin más y olvidarnos de lo escasa que resulta esa aportación para el proyecto que hemos decidido cofinanciar y, en definitiva, para la lucha contra el hambre.
Manos Unidas, a nivel nacional, aprobó en 2009 más de seiscientos proyectos de desarrollo en todo el mundo. Esto, sin duda, contribuye a mejorar las condiciones de vida de muchas familias, pero no es suficiente para finalizar esa guerra contra el hambre que comenzaron las mujeres de Acción Católica hace más de medio siglo.
Manos Unidas, a nivel nacional, aprobó en 2009 más de seiscientos proyectos de desarrollo en todo el mundo. Esto, sin duda, contribuye a mejorar las condiciones de vida de muchas familias, pero no es suficiente para finalizar esa guerra contra el hambre que comenzaron las mujeres de Acción Católica hace más de medio siglo.
Sabemos –y así lo hemos repetido a lo largo de toda la campaña- que sólo un cambio global en el mundo que conocemos haría posible el mundo que queremos. Para ello, es necesario que seamos conscientes de la situación de injusticia, desigualdad y pobreza extrema en la que viven buena parte de los habitantes de nuestro planeta y de la que somos responsables. Si asumimos esto, sólo nos queda poner todas nuestras fuerzas al servicio de un cambio necesario e inaplazable. Exijamos un mundo mejor para todos.